Descripción
La presentación plantea los interrogantes que nos interpelan en nuestra práctica cotidiana como artistas, docentes y formadores de formadores en el área de la danza. A lo largo del siglo XX asistimos a la puesta en duda, de casi todas las certezas de la modernidad; ruptura que a algunos filósofos lleva a plantear el fin del arte, en cuanto ese gran relato construido a partir de estos conceptos. Podríamos decir que entra en crisis, la concepción misma de las artes como tal, y de las distintas artes ligadas a un médium específico, este régimen de división en el cual la pintura, la escultura, la música, la literatura, se corresponderían con modos específicos de organizar lo sensible, organización que comienza a resquebrajarse con las estéticas contemporáneas._x005F_x000D_
Desde las primeras ofertas del ISPD a las actuales, se han producido grandes cambios en las concepciones no sólo de los aspectos pedagógicos sino de la especificidad que es lo que nos ocupa. El tema de las condiciones físicas, como un supuesto fundamental en la formación en danza clásica, y en determinadas instituciones, como una condición de exclusión, genera una tensión entre la disciplina que propone un modelo de cuerpo y de trabajo, que no todos los aspirantes poseen o pueden desarrollar, con la oferta de una institución pública que es inclusiva._x005F_x000D_
Al mismo tiempo, se viene llevando adelante una discusión importante en el campo de la danza, de la cual el instituto se hace eco. Por un lado, la formación en danza clásica y las distintas técnicas de la danza moderna, posmoderna y contemporáneas, comienzan a ser cada vez más diferentes, en cuanto a las formas de trabajo, los cuerpos que modelan y las propuestas escénicas que originan. Por el otro, en la medida, que se quiebra la certeza sobre que es la danza, la pregunta repercute inmediatamente sobre cuál sería la formación adecuada y necesaria en la disciplina.