Descripción
Construir para la escena implica no solo la articulación de los materiales creados, a partir de la libertad y la fertilidad que la improvisación guiada ofrece para los bailarines, sino el engranaje de todas las partes que conforman lo escénico, en la búsqueda de una coherencia propia a la obra: la máquina estética. El entrenamiento físico, la depuración de la técnica dancística debe, además, corresponder articuladamente con las condiciones espaciales en las que se circunscribe la obra coreográfica y adecuarse íntimamente con el proceso creativo y el lenguaje estético que se genera. En ese sentido, la construcción completa de la forma estética es lo que garantiza el éxito de una obra coreográfica.