Descripción
Las obras que conforman el repertorio de la danza escénica occidental son aquellas que han seguido bailándose; podríamos decir que son las que han pasado de mano en mano y de pies en pies de una generación a otra. La repetición, sin duda, ha modificado sin cesar las versiones originales, pero por lo menos nos gusta creer que cuando vemos Giselle o El Lago de los cisnes estamos viendo algo no demasiado diferente de lo que vieron los espectadores del siglo XIX. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando una obra que se bailó unas cuantas veces deja de bailarse? Su creador ya murió; al igual que los bailarines que alguna vez la ejecutaron. Nadie más la aprendió, nadie la repitió, nadie se encargó de pasársela a la siguiente generación. Y sin embargo, forma parte de la historia de la danza. Es el caso del Ballet triádico, creado por Oskar Schlemmer entre 1912 y 1922. ¿Qué queda de este ballet poco convencional además del título y la referencia a su creador, el “Profesor Oskar Schlemmer de la Bauhaus”? ¿Es posible reejecutarlo a partir de los indicios que sobrevivieron a su creador?
