Descripción
Este trabajo se ha propuesto de manera arriesgada, escudriñar en el seno de una ciudad productiva y acelerada buscando encontrar situaciones similares; niñas Sordas usuarias de Implante Coclear que tengan por actividad permanente la formación en Danzas. El acercamiento me iba permitir enriquecer la mirada de las niñas como actores sociales que posiblemente pasarían desapercibidas antes la mirada inquisidora de un investigador social. Sin embargo, yo no escatime esfuerzos en rebuscar en los hilos de colores del gran telar que se fue develando tras los vestuarios, el maquillaje y las tamboras. De este modo, fui hallando una excusa para reconocer el potencial de la Danza como objeto de estudio en el espectro del pensamiento geográfico que permite ampliar los horizontes para comprender cómo habitan el espacio los distintos actores sociales, principalmente los invisibilizados por los estándares de “normalidad” que se producen en los espacios reproducidos por el capital. La búsqueda culminó con 5 niñas entre los 5 y 9 años de edad que me permitieron comprender cómo se vive y percibe un lugar desde el ser Danza… el espíritu que produce el elogio de la lentitud, disputa frente a los acelerados tiempos que vivimos. En consecuencia, tejer Danza, primera infancia y diversidad sensorial, serán entonces los escalones de un primer ejercicio como investigadora social, futura docente de Ciencias Sociales, que debe estar al unísono con las nuevas subjetividades que emergen de la crisis de los discursos de las identidades resultado del emprendimiento, el mercado y el capital que habita los cuerpos y las mentes de nuestro siglo.
