Apuntes sobre la danza

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Descripción

Saltamos de alegría. De manera instintiva damos brincos de júbilo. Cuando los niños, pero también los mayores, reciben una noticia que les desborda, espontáneamente saltan y se abrazan entre ellos. Ese impulso que nos incita a saltar podría tomarse como un estadio primario, larvado, en el que se adivina el espíritu de la danza. En algunos juegos infantiles se preludia también, mientras que en otros forma parte específica de su desarrollo. Podríamos decir, por tanto, que la danza es una derivación de la alegría, sometida a un ritmo concreto y encauzada con movimientos coordinados y aprendidos.
No hay pueblo, por remoto o primario que pueda parecernos, que no haya desarrollado una forma de danza colectiva. Las danzas se han usado para espantar peligros y miedos ancestrales, para atraer la lluvia, para celebrar equinoccios y solsticios, para dar la bienvenida a personas notables que llegan a un pueblo o para rendir honores a la divinidad. Se especula con que algunas danzas que han llegado hasta nosotros tienen reminiscencias guerreras, como si se tratara de ejercicios previos a los entrenamientos para la lucha. Y, ciertamente, su música enervante, evoca la tensión que antecede a un enfrentamiento entre dos contendientes. Pero parece que la danza, tal como se practica es expresión genuina de la alegría de un pueblo. De ahí que, en el occidente cristiano, hayan llegado hasta nosotros vinculadas a las celebraciones festivas en las que se rinde culto a las vírgenes o a los santos en las diferentes fiestas patronales.

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Autor

Sanz, Ignacio

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http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc0970294

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