Descripción
Desde la primera filosofía se nos ha hecho creer que el sentido de la vida se halla fuera de nosotros. No tenemos cuerpo, sino que somos cuerpo y es en él donde se debe rastrear la memoria colectiva del ser humano. Debemos retornar al propio cuerpo dejando que exprese sus sueños y su locura. Solo ante el arte el hombre trasciende, pues conecta emoción y cognición convirtiendo el cuerpo que sufre en terreno privilegiado para la reflexión y la representación de nuestra propia identidad individual y social. La danza no puede ser reducida al mero esfuerzo físico o al cuerpo visible, debe ser entendida como punto de partida, como eudaimonía. En el butoh el cuerpo se asoma a sus abismos para renacer cada vez que uno danza. Según Heidegger, la salvación, si existe, solo puede estar dentro de nosotros. Enterrémonos con los pies, para volar con los brazos