Descripción
Durante el siglo XIX en Santander la danza llegó a convertirse en el entretenimiento más popular, casi una manía. Debido a la pesca y al comercio con el norte de Europa y América, la ciudad era muy próspera, y la nueva y poderosa clase mercante se consideró una nueva aristocracia. Donde bailabas, y con quien bailabas se convirtió en una prueba de estatus; la clase alta se puso a construir salas de baile y formó clubes muy selectos que la separaban del «populacho» ansioso por emularla. Este artículo examina ese fenómeno social empleando como fuentes los escritos de José María de Pereda y sus contemporáneos, y la prensa santanderina de este tiempo