Descripción
No hay duda de que la música y la danza fueron los medios naturales para sembrar entre los indígenas la nueva religión e iniciar su conversión. Para ello se aprovecharon las procesiones, los cantos, los bailes y las danzas, la música y el teatro indígenas como forma de unirse al rito cristiano. La celebración de las danzas se ligó a tal grado con el culto divino que muchas veces se realizaban dentro de los templos, aunque la mayoría de las veces se interpretaban en los atrios, en las plazas o en los patios de las casas. Por su parte, los misioneros identificaron un paralelismo entre sus danzas de conquista y las danzas de guerra observadas en la gran Tenochtitlan, lo que les permitió reconocer la importancia que tenía la danza entre los indígenas y por ello inmediatamente empezaron a emplearla como un método de evangelización. Este reconocimiento hizo posible la mezcla de las costumbres cristianas en las danzas prehispánicas, como fue el caso de la Danza de la Pluma.