Descripción
A través de este ensayo se reflexiona sobre la danza contemporánea como una herramienta que permite instituir en la subjetividad de las personas discursos estéticos que moldean al individuo que derivan en una colonización del sentir. El enfoque sobre la interpretación dancística cambia radicalmente al hacer consiente el ejercicio del poder en ámbitos tan diversos como los procesos artísticos, supuestamente espacios de expresión creativa y práctica de libertad. La danza como un lenguaje intangible se instaura para “enriquecer” las prácticas locales y transformarlas en arte, construye cuerpos aptos para esta expresión y mantiene una distancia entre quienes pueden acceder a ella y los que no. La práctica de ésta expresión artística está relacionada con los procesos de modernización de nuestro país, incide directamente en la sociedad quiteña, en su configuración tanto geográfica como humana.